La delgada membrana del silencio se vio duramente traspasada por los gritos mudos que disimuladamente afloraban desde el fondo de gargantas resecas.
Las filosas palabras silentes dejaban oír su eco rebotando sin cesar contra las murallas del tiempo.
Y yo estaba ahí, tratando de armar la mil piezas del rompecabezas de mi existencia.
Creí escuchar la voz que me llamaba a rendir cuentas de mi transitar por esta vida.
María Julieta Salusso
viernes, 2 de noviembre de 2007
…Es el final… Dicen que cuando el contenido queda desprovisto del envase: es el final. Yo, que estoy del otro lado, que alguna vez rompí el cristal de la fina pared limítrofe de aquello que el tiempo se encarga de gastar y salí triunfante luego de cortar el delgado cordón que me unía al resto de los mortales: digo que nooooo! No es el final. ¿De qué sirve el carnal envase si cuando menos piensas te abandona? Si al final de cuentas perturba el obrar del alma, la asfixia. Pisotea sin piedad cuando persigue un objetivo.
Lo que realmente importa es lo etéreo, el suspiro que queda de aquello que no está… “el alma”.
Esta mañana, por buscar explicaciones a lo inexplicable quedé atrapada en las redes de una respuesta indiferente, caí rodando desde la cima de mis oscuras conclusiones, mientras en el afán de frenar… me impulsaba hacia el amplio orificio de las angustias y rebotaba una y otra vez, castigando el costado herido de un pasado tan lejano. Esta mañana por salir al encuentro de mis eternas y agobiantes dudas, sentí el filo helado de los sucesos que me ultrajan, traspasé la delgada pared de la razón y al oír el eco de mis voces vacías; me convencí a mí misma, que “el vivir” no se interroga… simplemente “se vive”.
El hueco oscuro de mis silencios me pregunta el por qué. Me convence de mi propia cobardía. ¿Será cobardía o discreción? No lo se; Pero que es silencio… De eso no tengo dudas. Creo. ¿Para qué guardo todo esto? ¿Para qué reflexiono? Si de todos modos… Nunca llego a una respuesta satisfactoria. Me duele. Me aturde. Me confunde. Agrieta mis pensamientos; los envejece, los mutila, los agobia. Aún me sigo preguntando… ¿Será cobardía o discreción? El galope constante de mis propios fantasmas me sigue de cerca. Convive conmigo. Me sopla disimuladamente en la nuca. Me habla, a veces fuerte, casi gritando y a veces susurra tímidamente que casi no logro percibir su compañía. De todas maneras, está conmigo. Es invisible. Intangible. Cualquiera diría que… “poca cosa”. Pero se las arregla para venir conmigo a todas partes. Me taladra la cabeza. Me perfora. Me subyuga bajo sus pies descalzos.
Tu desnudez palpitante, codiciosa y ávida, emergía entre las sombras de la ardiente habitación. El roce de tus dedos me quemaba, la humedad de tu boca dejaba rastros por toda mi geografía corporal. La temperatura calcinaba poco a poco tu cuerpo y el mío. Caminábamos al borde de un abismo candente de pasión. El cráter de mi volcán interno estaba a punto de entrar en erupción, un fragmento de tu integridad corpórea se abría paso en mi sombría concavidad. Tu cuerpo y el mío, fundidos y presos de una satisfactoria oscilación se encausaban hacia la cumbre del placer. ¡Qué plenitud llegar a la cima!
…Mi vulnerable existencia palpita Sacudida por el más ardiente pecado. El roce de tus manos me produce temblor. La creciente temperatura de tu cuerpo incinera uno a uno todos mis rincones. La calidez de tu aliento me seduce, me hipnotiza, me eleva hacia la cumbre de mis sentidos. Tu lengua deja rastros de humedad por mi piel. ¡Necesito más! Mi integridad lo reclama; la llama ya está encendida. Quema… El fuego da placer. Mi concavidad goza, suda, se humedece, te alberga; se adueña de tu viril integridad corpórea. Tu afiebrado segmento me habita, me invade, me riega con sus privados fluidos. Los gemidos ensordecen, se acrecientan con cada movimiento que efectúan los cuerpos. Me siento una Afrodita insaciable, estoy a punto de estallar… estoy al filo del goce infinito. No existe mayor placer. Si esto es pecado… quiero morir pecando.
La vida es algo imposible de entender. Es un continuo morir y nacer, Es oír el susurro del viento, Es caminar costeando el tiempo. Vivir es empezar y terminar, Es iniciar y acabar, Es aceptar minutos, segundos; Sin apartar frustraciones de triunfos. Vivir es buscar y encontrar; Es observar, comprender y mirar, Es rebalsar el mundo con amor, Con la inmaculada pureza de una flor. Vivir es nunca renunciar, Es no humillar ni abandonar. Es lo bueno de lo malo distinguir, Poder apreciar, saber inquirir. La vida es un total acontecimiento Edificado por el transcurso del tiempo. La vida es un confuso más allá, Es una suma de lapsos de nunca acabar. Vivir es nacer, es morir; Es despertar, es dormir; Vivir es amar, es odiar; Es poder hablar y saber escuchar. La vida es un beso, una flor; Es el suave sonido de una canción; Vida es el compás de una melodía; Es ruido, temblor, paz, armonía. La vida es un beso, un abrazo, Es una caricia suave y despacio, Es un guiño, una mirada Y aquella meta al fin lograda. Es una piedra, un tropiezo, una caída. Es el esfuerzo y el intento de cada día; Vivir es no dar lugar a la derrota Y estremecer con el contacto de una gota… …con una gota de un suave rocío O con un simple guijarro del río. Es observar el dulce candor de un ser, Es conservarlo todo; nacer, crecer. Vida es esa dulce bienvenida, Es el recibimiento de cada día. Vida es ese triste adiós Entre dos personas cuando acabó el amor. También es vida una triste despedida; Una flor, un amigo, una amiga; Vida es ese feliz reencuentro Y esa palabra que aún no entiendo. Vida es una desolación, un llanto; Un universo, un mundo, un canto; Es un largo camino recorrido Que nunca ingresa al mundo del olvido. La vida es imposible d concebir, La vida se hace con solo vivir; La vida es ese puente que conducirá Al inexplicable mundo del más allá. María Julieta Salusso (escrita en el año 1993)
El silencio reboza… Una grieta En la madera del ventanal Permite la entrada de un Diminuto rayo de sol. Nuevamente despunta la alborada Dando así Comienzo a la resurrección De un nuevo día. La placidez Característica del tiempo Se hace Cada vez Más pronunciada; Y un monótono trinar de aves Esculpe el silencio, Tornándolo Momento a momento Más irregular. Los rayos solares Dadivan la luz Que dará al rocío primaveral Un encanto puro. Las rosas escarlatas Contrastan con el inocente follaje Dando al prado Un ilustre semblante. Todo es armonía; Todo es paz; Todo… Es un total júbilo Que el altísimo Experimenta Al contemplar su engendro. María Julieta Salusso