martes, 28 de agosto de 2007

Plenitud

Tu desnudez palpitante, codiciosa y ávida,
emergía entre las sombras
de la ardiente habitación.
El roce de tus dedos me quemaba,
la humedad de tu boca dejaba rastros
por toda mi geografía corporal.
La temperatura calcinaba poco a poco
tu cuerpo y el mío.
Caminábamos al borde de un abismo
candente de pasión.
El cráter de mi volcán interno
estaba a punto de entrar en erupción,
un fragmento de tu integridad corpórea
se abría paso en mi sombría concavidad.
Tu cuerpo y el mío, fundidos y presos
de una satisfactoria oscilación
se encausaban hacia la cumbre del placer.
¡Qué plenitud llegar a la cima!

María Julieta Salusso

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